viernes, 20 de febrero de 2009

Johnny Guitar: Lo circular






Fabián, 20feb09

En Johnny Guitar de Nicholas Ray, una guitarra o una pistola son, en primer lugar, una guitarra y una pistola. Cumplen las funciones para las cuales fueron diseñadas. Es decir, se corresponden perfectamente con la trama. No son elementos introducidos “de facto” por el director para simbolizar algo que él conoce y que el espectador, tal vez, ignora.
Hecha esta aclaración, podemos hacer otras lecturas.

Johnny Guitar está pautada por el círculo (La ruleta, el vaso que gira en círculo sobre el mostrador, el agujero de la guitarra, la araña que ilumina el salón)

El círculo, lo circular, representa, a grandes rasgos, el “todo”. Una imagen del Universo. La unidad.
El círculo, como sabemos, comienza (lo correcto sería decir que no comienza ni termina)en cualquier punto de su circunferencia, da una vuelta circular perfecta para terminar en el mismo punto, allí donde empezó. Para volver a empezar otra vez. Un eterno retorno. Un ciclo.
A ese círculo que contiene “todo”, en términos simbólicos, lo podemos dividir con una línea horizontal y obtener dos partes del "todo": La de arriba, la celestial, lo eterno, lo sagrado, lo espiritual por un lado y la de abajo, la terrenal, lo temporal, lo profano, lo material por el otro.
Esa línea horizontal que separa los dos aspectos puede ser atravesada (por un puente –de allí la palabra pontífice- por un pasaje, un nexo) permitiendo que lo celestial descienda a lo terrenal y que lo terrenal pueda tener acceso a lo celestial.

Volvamos ahora a lo circular, al eterno retorno, al ciclo, y pensaremos en la simbología del árbol que, también entre otras cosas, representa perfectamente el ciclo de nacimiento-crecimiento-muerte (y nacimiento otra vez a partir de la semilla)
El árbol, a su vez, contempla, en si mismo, los dos aspectos mencionados anteriormente: las raíces en la tierra, la copa en el cielo. Unidos ambos estamentos por el tronco (el puente, el nexo).

(Para el Cristianismo, Jesús representa, con la cruz hecha de troncos, el puente, el nexo entre los dos "mundos": el terrenal y el celestial)

En Johnny Guitar los dos aspectos del “todo” se comunican por “puentes”.

La escalera que Vienna baja y sube, una y otra vez, hace las veces de "puente". Desde arriba (su oficina) hacia abajo (el saloon) y de abajo hacia arriba. Desde lo “celestial” (El conocimiento, la verdad, la luz. Viena, la ciudad europea representaba esa idea. En su oficina puede verse un busto de Beethoven) a lo “terrenal” (el mundo material, el mundo del instinto, de lo revólveres, del dinero, del sexo)

Un puente (de troncos) une, también, los dos mundos que confrontan en ese lugar del oeste americano. Para llegar a “lo de Vienna” es preciso atravesar ese puente de troncos. ¿Cuántas veces las hordas asesinas lo atravesarán sin que se modifique su conducta? No todo pasaje conduce al “cielo”. Depende del caminante.

(El rito, en las distintas culturas, cumple la función, como un puente, de comunicar los dos mundos. El rito vacío, claro, no conduce a ningún lugar)

Vienna, a su vez, es un puente (querrán colgarla del puente, por supuesto). Un puente para que Johnny deje sus pistolas (lo material, lo instintivo, lo sensual) y acceda a la otra vida. Johnny vuelve de la guitarra a las pistolas a la primera oportunidad. Vienna, su puente, se desencanta.

La araña circular del saloon sube y baja con sus luces. La malvada Emma, el diablo, la tirará abajo definitivamente y las llamas destruirán el local. Es el infierno que dice presente.

Vienna también debe bajar al "mundo" de Johnny para salvarse (defenderse con armas del ataque de Emma) No puede ser de otro modo, las dos partes componen el "todo".

Finalmente, juntos, Johnny y Vienna, atravesarán otro “puente”, otro “pasaje”. El de la cascada. Juntos, purificados por el agua, accederán a la instancia superior del círculo (lo completarán. Las dos partes se han unido a través del puente)

lunes, 16 de febrero de 2009

Operación Valquiria. La ética y la mirada


Fabián, 16feb09

Todos vamos a morir. Algunos dentro de ochenta años, otros dentro de treinta, otros mañana. Las valquirias elegirán. Este sí, aquel no. ¿Cómo viviremos el lapso terrenal? ¿Cómo seremos juzgados una vez que termine la guerra (la vida) sino por nuestra actuación en ella?
El mundo de post guerra (el Gran Juez) nos condenará a todos los alemanes por igual (al género humano) si no actuamos para cambiar las cosas, reflexiona el coronel Stauffenberg.
El coronel Stauffenberg está escandalizado. No puede soportar lo que “ve” en su patria. Ha perdido un ojo y una mano, recientemente, en una acción de guerra.
Jesús en El Sermón de la Montaña: “Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”
El ojo (la mirada, la postura ética) pauta este bienvenido film de Bryan Singer.

lunes, 2 de febrero de 2009

La Sombra de Una Duda

Por Budokan

Además de las obviedades escritas en cuanto medio haya acerca de las soberbias actuaciones de la experimentada Meryl Streep y el simpático Phillip Saymour Hoffman, sería interesante destacar un poco el tema que parece abordar el film dirigido por John Patrick Shanley y que tiene relación con los vientos de cambio que proponía el Vaticano luego del Concilio II a mediados de la década del ‘60. Una iglesia partida en dos que sucumbe ante los vientos de cambio de una post-modernidad que se viene con todo un despliegue de tentaciones. “El mundo se está derrumbando” le dice el jardinero a la rígida Hna. Aloysius luego de la caída de una rama que casi mata a una monja. Ese universo compacto controlado en base al miedo y que el imaginario asocia tanto a la idea de “iglesia” parece no tener lugar en el nuevo mundo y por ende la naturaleza misma contribuye a su decadencia. En una de las escenas del film se nos muestra la silenciosa cena de las monjas, enmarcadas en una austeridad tan sombría como otoñal, contrapuesta por montaje al exhuberante y risueño banquete de los curas (jazz, cigarrillos y alcohol). Está claro que en este barajar y dar de nuevo, las ideas venideras no se llevan de la mano con las antiguas. El iluminismo del progreso que al principio es destruido por la doctrina clásica comienza a colarse de a poco. Recordemos como durante el film la Hna. Aloysius mantiene las persianas cerradas de su despacho, secuestra radios portátiles a los alumnos, niega canciones que se oponen a los tradicionales villancicos y rechaza las golosinas (tal vez signo asociado a la tentación en la niñez) pero una vez entrado al segundo acto de la película su postura va cediendo. Y comienza a usar esa radio que le recuerda que alguna vez estuvo casada o sea que tuvo otra vida. La modernidad ya comenzó a tentarla y por ende a cuestionar sus votos.

En medio de este caos surge el episodio que genera la duda en la que va a girar la trama principal del relato. La joven Sister James (personaje que encarna la lucha expuesta anteriormente y que termina ofreciendo una síntesis posible) cree haber visto un episodio de abuso por parte del padre Flynn. Esta sospecha se encuentra fundada en base a la política de inquisición ejecutada por la “vieja iglesia”. Prueba de ello es cuando Aloysius le sugiere a James que utilice la foto de un Papa como un falso espejo retrovisor para vigilar a los alumnos a lo que James responde que ese pontífice está muerto. No sólo ese Papa está fallecido, también una de las monjas se está quedando ciega e incluso al final hasta la mismísima Hna. Aloysious declara que tiene dudas acerca de su Fe. Está claro que hay una forma clerical que está desapareciendo. Del otro sector, el del progresista padre Flynn, si bien no hay dudas, tampoco certezas. En medio de este dilema aparece el conflicto racial propio de la época ya que justo el chico que supuestamente sufre el abuso es negro. El cura termina abandonado la parroquia dejando un manto de sospecha acerca del terrible hecho que se lo acusa. El espectador puede leer su renuncia como una confesión o bien como gesto de aceptación de las viejas reglas de la iglesia que lo invita a seguir su camino en otro lugar. Quisiera aclarar que no existe tal certeza y es interesante que el film no intente develarla en ningún momento ya que eso atentaría mortalmente contra su espíritu. Por eso, al final brota de los labios de la Hna. James una sentencia desgarradora que reza “Creo en el Padre Flynn pero no puedo dormir por las noches” a lo que Aloysious responde en llanto “Tengo dudas”. Es imposible comenzar de cero porque cualquier renovación cargará a cuestas aquellos elementos del pasado que no pudieron resolverse.